-¡No mames Javier! Es el peor argumento que te he escuchado.
El amor no existe, al menos no como tú te lo imaginas, cuando entenderás que
todos esos choros del corazón, almas gemelas y demás son pura basura.
-No entiendo como no puedes creer en el amor. Mira nada más
esas mujeres. – y mientras dijo eso me hizo señas para que viera a las niñas
que estaban sentadas en la mesa de enfrente. Una de ellas era realmente
espectacular, tenía un cuerpo de diosa, el cabello lacio y perfectamente
cepillado y por supuesto cuando se percató de mi mirada, hizo el clásico movimiento para voltearse y sacudir
ligeramente su cabello. La otra comía una mandarina, recuerdo perfectamente mi
primer pensamiento “¿Quién demonios come
una mandarina en una nevería?” y sin embargo mi mirada se quedó clavada en ella
y en la forma de comerse esa mandarina.
-Lo ves, eso es amor a primera vista- me dijo Javier para hacerme reaccionar.
-Estas bien pendejo, es solo que no dejo de pensar ¿Quién
demonios come una mandarina en una nevería?
-Aha. Bueno ya me voy, te veo mañana.
-Espera te acompaño vamos a la parada del bus.
Seguimos discutiendo un rato mientras llego el bus, por
supuesto ninguno de los dos logro convencer al otro. La existencia del amor era
una discusión frecuente entre nosotros, siempre buscábamos nuevos argumentos,
era como si cada uno de nosotros sintiera la obligación de guiar a nuestro
amigo por el camino “correcto” pero nunca lográbamos convencernos.
Éramos vecinos pero él iba a ver a su novia así que teníamos
que tomar diferentes camiones; el suyo llego primero y me
quede solo en la parada del bus. Pensaba justo en la mandarina cuando
escuche una voz muy cerca de mí.
-Creo que vos tenes razón…- y lo primero que pensé es que
era una de esas niñas que a últimas fechas les había dado por ponerse a
declamar poesías a cambio de unas monedas, creí que me tendría que chutar “la
culpa es de uno” (No recordaba que no empezaba justo así). Busqué rápidamente
una moneda para dársela y voltee a ver la dueña de esa voz.
-…el amor no existe pero yo se algo que tú no sabes. – continuó
diciendo y mientras me decía esto me hizo la seña de que me acercara como para
contarme un secreto.
- … - No supe que
decir ( son justo estos momentos donde lamento no tener una agilidad mental que
me permita decir el comentario atinado) y me agache un poco para que pudiera
contarme su secreto. Me dio un beso que empezó siendo muy tierno y se fue
volviendo salvaje, deben haber sido a lo máximo 5 segundos pero fueron
maravillosos y me dejaron con un ligero sabor a mandarina en la boca.
Después de ese día, frecuente la nevería y espere varias
horas en la parada del bus, esperando encontrarla. Solía pensar que si el
criminal siempre regresa a la escena del crimen, ella debía volver, al fin y al
cabo me había robado un beso. Era una
ladrona.
Aunque nunca me lo ha dicho, supongo que Javier era el más
divertido viendo como el hombre que no creía en el amor, se pasaba horas buscando
y esperando que una misteriosa chica apareciera.
Algunos días después la encontré y nos
convertimos en los mejores amigos. Han pasado muchos años y aunque aún ninguno
de los dos creemos en el amor, nunca he vuelto a discutir con Javier
No hay comentarios:
Publicar un comentario